martes, 4 de marzo de 2014

París se rinde a la poesía de Bill Viola


Hace más de 40 años que Bill Viola (Nueva York, 1951) explora de manera casi mística temas tan universales como la vida, la muerte y la relación del tiempo y el espacio. El Grand Palais de París se rinde a la poesía electrónica y digital del gran gurú del videoarte y pintor de la intimidad, con la primera gran retrospectiva dedicada al estadounidense en Francia, que se inaugura este miércoles y estará expuesta hasta el 21 de julio. No es habitual que las galerías nacionales consagren en vida a un artista. Es además la primera vez que abraza para ello el videoarte, una disciplina que con Viola puede presumir de acercarse a la pintura en movimiento. Una sola consigna para disfrutar plenamente de la hipnótica experiencia: tomarse su tiempo.
“Los seres humanos son criaturas increíbles. Podemos entender cosas de formas múltiples, entendemos que nuestras vidas son cortas, a veces demasiado”, reflexionaba el artista con ritmo pausado en la esperada presentación de la exposición, la cual resume como “una suerte de viaje a través de la vida con el conocimiento de que no somos eternos”. La humanidad, elabora, se compone de tres vertientes: los que están por nacer, los que nos han dejado, ambos eternos, y los que estamos como suspendidos entre los dos, los vivos. “El tiempo es lo que hace posible mi vida”.
Para no contaminar con información innecesaria este viaje sensorial, Bobby Jablonski, del Studio Bill Viola, y la arquitecta Gaëlle Seltzer han cuidado una escenografía detenidamente depurada. Pantallas suspendidas que flotan en las oscuras salas, marcos de fotografía que encierran imágenes a cámara lenta o creaciones proyectadas directamente en la pared dejan todo el protagonismo a la imagen y el sonido. “Es realmente mágico lo que hemos hecho”, señala Kira Perov, la esposa de Viola y comisaria junto a Jérôme Neutres de la muestra. “A medida que hemos construido el espectáculo, hemos escuchado las piezas”.

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