Al rey, Gyenes lo retrató como a un rey, con su reina. Y aquella foto que tomó en 1976 con unos jóvenes Juan Carlos y Sofía se convirtió en la imagen oficial de cabecera de colegios, oficinas gubernamentales e instituciones varias hasta 2007. A Franco lo capturó altivo, firme. Y la efigie, coronada por un ahora irrisorio precio en pesetas, viajó por España y el mundo en forma de sello de correos. “Él siempre trató de realizar fotografías de carácter icónico”, indicó el comisario. Lo que no significa que sus sujetos fueran siempre famosos o reconocidos: él fue, ante todo, un fotógrafo de estudio; uno por el que pasaron familias, niños vestidos de marinero preparados para recibir la comunión o entrañables parejas casaderas.
Hijo de un violinista, Gyenes llevaba, según le gustaba decir, la música en la sangre. Aunque para su desgracia, no en las manos. La fotografía se convirtió así, desde edad temprana, en su vía de expresión artística. En un recorrido eminentemente cronológico, la muestra arranca con algunas fotografías inéditas de un artista que, aún aficionado a sus 16 años, capturaba momentos de la vida en Hungría. Poco más tarde, ya como profesional, archivó en imágenes la vida teatral de su país, una actividad y una pasión que definiría su trabajo a lo largo de toda su carrera, especialmente en su etapa española, donde, solo en el Teatro Real, asistió a 600 representaciones durante 22 años. “Fue el documentalista de una época”, sostiene Olmeda, que es el autor de Gyenes. El fotógrafo del optimismo.
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Fuente: El País
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