Se
suele hablar de las utilidades de las redes sociales sobretodo en márketing, publicidad y comunicación, pero hay otros usos que
carecen de carácter profesional y están ahí latentes, como pueden ser conocer
personas, o propiciar una aventura fugaz a espaldas de la pareja.
Son
muy comunes situaciones o discusiones entre parejas acerca de la actividad en
las redes sociales por parte de un miembro de la misma, que incluso han llegado
a derivar en divorcio. Las redes sociales nos proporcionan información y un
mayor control de lo que hacen los demás.
A
veces supone un dilema, por ejemplo en Facebook,
el hecho de agregar a una expareja o persona muy atractiva o ignorar la
solicitud. Aquí es donde entra en juego la personalidad, la autoestima y la
confianza tanto en uno mismo, como en la pareja. Si no se posee esta confianza,
llegan las dudas y confrontaciones.
Asimismo,
hay quiénes utilizan las redes sociales para ligar, iniciar una relación y lo
cierto es que facilitan el contacto diario y, de esta forma refuerzan el
enamoramiento. Lo que ocurre tras el acto inocente de “dar un toque” en
Facebook o mensajes privados a diario en cualquier red social, es que genera un
enganche, una necesidad de recibir este tipo de “atenciones” por llamarlas de
alguna manera y que al faltar, producen frustración, celos u obsesión.
Las
redes sociales nacen para conectar a las personas y ése es su objetivo
principal. Lo importante es no permitir que esta conexión o vínculo establecido
a través de ellas se convierta en una obsesión o que cause problemas en la vida
diaria, aunque también permite conocerse a uno mismo y admitir las carencias
personales.
Que interesante información.
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